Editorial: Umbriel
Nº de páginas: 352
Precio: 18´50€
Tomo: Autoconclusivo
Elisheva Cohen acaba de volver a Nueva York tras pasar casi una década fuera de la ciudad. Si bien las heridas del pasado no han cicatrizado del todo, que lleve cuatro años sobria y le hayan concedido una beca para estudiar fotografía con Wyatt Cole, una leyenda del mundo del arte, es una señal de que lo mejor está por llegar. Aunque para eso, Ely debe dejar de autosabotearse... El primer día que pasa en la ciudad congenia con un chico muy atractivo; sin embargo, a la mañana siguiente a su apasionante noche juntos, descubre que se trata de Wyatt Cole, su profesor.
El mundo del arte está obsesionado con Wyatt. Su talento es innegable, y su fama de hombre solitario lo hace más interesante aún. Pero su pasado es un sinfín de dolorosos recuerdos: después de declararse transgénero y ser expulsado del ejército, su familia lo echó de casa. A pesar del calvario que vivió, Wyatt se ha esforzado por mantener la sobriedad y sacar adelante su carrera artística. No puede arriesgarlo todo por Ely, por mucho que le guste o por muy mal que se sienta por pedirle que deje su clase a cambio de una mentoría estrictamente profesional. Wyatt puede echarle una mano con su proyecto final; lo que no puede es enamorarse de ella por el camino.
A través de su cámara, Ely deberá enfrentarse al motivo por el que se marchó de Nueva York: la comunidad judía ortodoxa en la que se crio y que le dio la espalda por su problema con las drogas. Mientras tanto, los muros de Wyatt empiezan a desmoronarse, y ambos artistas lucharán por conseguir lo que tienen justo delante: alguien que los vea tal y como son en realidad, y un amor que puede significar mucho más de lo que se imaginan.
Opinión personal:
De esta autora leí un solo libro, Una lección de tinta y venganza y no me gustó demasiado así que, en principio, no tenía pensado repetir con la autora. Sin embargo, cuando leí la sinopsis de este me llamó bastante la atención así que no quise dejarlo escapar porque, además, parecía una historia completamente diferente a la que había leído hace un par de años.
Eli está a punto de cumplir su sueño de formarse con los mejores en el campo de la fotografía y es que decide trasladarse para iniciar un curso junto a Wyatt Cole, uno de los mejores profesionales del momento. Es un hombre muy hermético que apenas se deja ver en público, pero todos desean ser tan buenos como él.
Al poco de llegar al lugar, Eli conocerá a un hombre con el que pasará una noche increíble. Lo que no espera es que, al día siguiente, ese muchacho volverá a aparecer ante ella, pues resulta ser su profesor y una de las personas a las que más admira profesionalmente.
Esto supondrá un enorme conflicto para los dos, pues la situación es de lo más incómoda. Wyatt es un hombre muy centrado en el trabajo que no desea que nada interfiera en él. Pero, además de la notoria química sexual que existe entre ellos, Wyatt y Eli tienen algo en común, y es un pasado lleno de adicciones.
Eli es un personaje que no me ha dicho nada. Ha tenido una vida muy complicada que no deja de atormentarla. Lleva cuatro años sobria pero sabe que esa es una lucha constante y desea enfocar su futuro de manera positiva y no volver a decepcionar a nadie, como ha hecho en el pasado, de lo cual se avergüenza profundamente. Además, ella pertenece a una familia judía ortodoxa muy poco flexible con ciertos temas y que ha hecho que todo el tema de sus adicciones haya tenido una repercusión todavía mayor.
Wyatt me ha gustado un pelín más, pero considero que le falta carisma. Se encuentra muy solo en estos momentos, y es que su familia le ha dado la espalda cuando les ha confesado ser transgénero. Esto terminó con una reacción muy dolorosa por parte de su familia y con su expulsión del ejército, algo a lo que se habían dedicado prácticamente todos sus familiares. Actualmente, su adorable gatito es su más fiel compañero. Pero también él ha tenido problemas con las adicciones y, en su caso, lleva diez años sin recaer, pero es consciente del enorme esfuerzo que supone mantenerse ajeno a todo aquello que le hizo daño.
No es una historia que cuente con grandes secundarios, por no decir que son prácticamente inexistentes y que todos ellos pasan sin pena ni gloria por la historia, ya que apenas los llegaremos a conocer. La trama principal resulta bastante potente y tampoco es que se eche en falta alguna historia secundaria.
El romance juega un papel importante en la trama, pero no es el eje central de la misma. Puede decirse que este surge de manera demasiado acelerada, pero creo que en este caso se justifica bastante bien puesto que ambos son almas rotas que conectan muy bien debido a todo lo que tienen en común. Además, todo esto va evolucionando en una relación muy sana.
Me sorprendió el peso que tiene el tema de las adicciones, ya que son las que lo mueven prácticamente todo a lo largo del libro. Me ha gustado, además, cómo se han enfocado, pues ambos han tenido serios problemas con ellas y es impactante la manera en que han destrozado sus vidas. Me ha gustado que se haga incidencia, además, en la posibilidad de una recaída y cómo los personajes tienen que luchar día a día para evitarlo.
También el tema de la religión goza de bastante importancia. Pocas veces he leído una historia en la que uno de los protagonistas sea judío ortodoxo y cómo esto influye directamente sobre su modo de vida.
Y, por último, creo que es la primera vez que leo una historia en la cual uno de los protagonistas es transgénero, y ese es uno de los motivos por los que me he decidido a leerlo, ya que tenía muchas ganas de saber cómo era su lucha y creo que también está muy bien enfocado en el sentido de que no nos adentraremos en absoluto en su proceso, si no en cómo esto afectó a su entorno y a su profesión.
Aunque es un libro del cual puedo destacar muchas cosas positivas, lo cierto es que no lo he disfrutado demasiado. Me ha aburrido durante la mayor parte de la lectura, y es que no tenía ninguna motivación para seguir leyendo. No había absolutamente ningún elemento que me hiciera leer sin parar para saber cómo se iba a resolver.
Se trata de un libro de unas 350 páginas que se lee muy rápido, puesto que los capítulos son cortitos y la letra es grande. Contaremos, además, con la perspectiva de ambos protagonistas, lo cual es esencial dado el trasfondo que tiene cada uno de ellos.
Por lo tanto, esta nueva experiencia con Victoria Lee tampoco me ha convencido y ahora sí que creo que ya no repetiré con ella. La historia es buena, yo he llegado a llorar con cierta escena que se produce entre Wyatt y su familia, pero no es una lectura que me haya entretenido.
En definitiva, Un salto de fe es un libro del cual he podido sacar numerosos aspectos positivos, pero no puede decirse que me haya entretenido leyéndolo, puesto que resulta monótono en diversos momentos y falta un aliciente para seguir adelante con la lectura.
Gracias a la editorial por el envío del ejemplar.
Oh no la, conocía, la anoto
ResponderEliminarhola Marya! siento que no haya sido una lectura que hayas disfrutado aunque tuviera muchos puntos positivos pero a veces simplemente no te gusta, eso me suele pasar con las historias de Neil Gaiman, que me gusta la idea pero no el como escribe y desarrolla todo
ResponderEliminarpor mi parte no me llama mucho el tema de las adicciones así que no creo que le de una oportunidad
un abrazo~~
hola
ResponderEliminarno lo veo un libro para mi, no me llama la atención la sinopsis y aunque tu reseña no es negativa, prefiero dedicarme a otras lecturas
Gracias por la reseña
Besotesssssssssssss
¡Hola! No lo conocía, pero tengo que decir que la portada me encanta demasiado. Aún así, por lo que cuentas dudo mucho que me haga con él, no creo que lo termine de disfrutar y creo que ahora mismo estoy en un bloqueo lector y no me apetece leer algo que quizás me meta más en él. Besos :)
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