¿Cuál es la orientación sexual de Óscar Casanovas, el nuevo inquilino del 4º, y por qué parece divertirse confundiendo a los vecinos al respecto? Esa es la nueva duda que tiene en un sinvivir a los miembros de la comunidad de la calle Julio Cortázar. Sobre todo a la tímida Eli, que fantasea con él tan en secreto como se lo permite la ventana a través de la que lo espía.
Aunque es bastante obvio que jamás se fijaría ella, tanto si es gay como si no, Eli sigue sin reunir el valor para hacerse su amiga siquiera. Hasta que no se presente el acuerdo políticamente incorrecto que servirá de excusa para estrechar vínculos, no logrará el acercamiento que desea... Aunque tal vez este no le baste para darse por satisfecha.
Eli es una chica que no quiere saber nada del amor. Vive en un edificio en el que, para todos los que hayáis leído la primera parte, ya sabréis que está repleto de cotillas. Tanto es así que el último que da que hablar es un chico que está buenísimo pero del cual no conocen su orientación sexual. Y es que, mientras que unos están seguros de que es gay, otros apuestan a que es heterosexual.
Eli trata de mostrar ante los demás su desinterés hacia él pero lo cierto es que no puede dejar de observarlo y deleitarse con sus encantos. Sin embargo, las cosas entre ellos no empiezan demasiado bien, pues ella se pone excesivamente nerviosa y no deja de soltar cosas sin sentido por la boca.
Óscar, por su parte, sabe el juego que se traen sus vecinos de hacer conjeturas sobre su orientación sexual y eso es algo con lo que a él le encanta jugar. Eli le llama la atención pero él busca únicamente sexo y cree que lo más conveniente es no acercarse demasiado a la chica. Hasta que lo hace y le propone algo totalmente inesperado.
Como personajes secundarios tendremos a muchos de los ya conocidos por nosotros del tomo anterior, y es que la mayoría de ellos serán los habitantes del edificio. Destaca especialmente Tamara, una auténtica locuela que no para de liarla. Y también aparece de manera bastante continua Edu, el amigo de la protagonista pero, en este caso, me ha resultado un poco cargante.
No puedo decir que el romance me haya convencido del todo. Me parece que parte de un buen punto, pues está genial que todo el edificio esté pendiente de los movimientos del muchacho y que él vaya a fijarse en la más tímida del lugar, pero creo que no hay un desarrollo del romance como tal, si no que se ven por primera vez y ya quedan prendados el uno del otro. Es cierto que la relación en sí no es inmediata y que antes de estar juntos tendrán que resolver muchos problemas, pero esa necesidad de estar el uno con el otro me ha parecido bastante forzada y ese juego inicial en el que ella no quiere creer que no sea gay me ha resultado un poco absurdo.
Y, sintiéndolo mucho, con este libro me ha sucedido lo mismo que con el primero, y es que no me lo he creído del todo. Esa inmediatez en los sentimientos, la manera en la que todos están empeñados en que se dejen llevar... no sé, son una serie de situaciones que no me han parecido en absoluto reales y que, para mi gusto, le sacan la magia a la historia. Además, no he sentido demasiada química entre los protagonistas, otro punto muy negativo a destacar.
En cuanto a los traumas de los personajes, también me han parecido muy cogidos con pinzas. Creo que son elementos lo suficientemente potentes como para darle un mayor peso en la historia, principalmente en el caso de él, como para que, de un momento a otro, parezca que no ha sucedido nada y el chico consiga superar todo el dolor acumulado sin seguir ningún tipo de proceso creíble.
Si algo acostumbran a tener los libros de esta autora es ese toque de humor, y en el caso de este también podremos echarnos unas risas. Eso sí, por momentos me ha parecido todo demasiado desmesurado y ese toque cómico me ha parecido un tanto cargante, teniendo como resultado algunas escenas que me han causado cierto cringe.
Se trata de un libro de unas 460 páginas que en su inicio se me hizo muy pesado. Afortunadamente, hacia la mitad, empiezan a pasar cosas realmente relevantes y a partir de ahí sí que me ha enganchado, haciendo que la última parte se me haya hecho bastante agradable de leer. Además, los capítulos son bastante cortitos.
Por lo tanto, puedo decir que me he llevado una nueva decepción con un libro de la autora. Estoy convencida de que me pondré como objetivo para el próximo año leer la tercera parte y así ya me saco esta serie de encima porque, como ya os dije, si no hubiera comprado los tres libros a la vez, la habría abandonado en el primero. No obstante, dado que tengo el tercero en casa le daré una oportunidad y veré si, por fin, estos libros terminan de conquistarme aunque, sinceramente, no le tengo mucha fe.
En definitiva, Desde mi ventana es un libro que se deja leer pero que a mí no me ha convencido demasiado, pues no he sentido química entre los protagonistas y creo que los sentimientos surgen de una manera demasiado rápida, dando lugar a situaciones muy poco creíbles.
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