Liz Buxbaum siempre ha sabido que Wes Bennett, su vecino, no tiene madera de novio. Podría parecer que es el candidato perfecto para sus fantasías románticas, pero lo cierto es que Wes solo ha demostrado ser un auténtico incordio desde que eran niños. Wes fue quien puso una rana en su casa de muñecas y el monstruito que escondió la cabeza decapitada de un gnomo de jardín en su pequeño intercambio de libros vecinal.
Diez años después, Liz está en su último año de instituto. Es un momento que debería estar plagado de metas e hitos dignos de la gran pantalla, y necesita la ayuda de Wes. Michael, el chico por el que lleva colada toda la vida, acaba de volver a la ciudad, y desgraciadamente ha hecho muy buenas migas con Wes. Lo que significa que, si Liz quiere que Michael por fin se fije en ella y, con suerte, la invite a ir al baile de fin de curso, necesita a su vecino.
Pero mientras Liz y Wes empiezan a conspirar para conseguir su objetivo, ella se sorprende al descubrir que, en realidad, le gusta pasar tiempo con él. Y mientras continúan acercándose, Liz deberá reexaminar todo lo que pensaba que sabía sobre el amor, y replantearse sus propias ideas de cómo debería ser un «felices para siempre».
La gran pasión de Liz es ver comedias románticas, y es que compartía esta afición con su madre, ya fallecida. Es como si eso le permitiera sentirse unida a ella. Y, como no podía ser de otra manera, sueña con encontrar al chico ideal que le haga vivir una auténtica película.
Cuando Michael, el chico que siempre le ha gustado, regresa, sabe que ahí está su oportunidad de vivir un gran amor. Pero, dado que las cosas con él no parecen sencillas, decide contar con la ayuda de Wes, su vecino. El problema es que su relación jamás ha sido buena y no hacen más que pelear por la plaza en la que dejar su coche.
Aún así, Wes aceptará ayudarla a conquistar a Michael a cambio de una serie de cosas. Esto hará que empiecen a pasar más tiempo juntos y que Liz pronto se dé cuenta de que Wes no es el chico insoportable que siempre ha creído, si no que sabe estar a su lado cuando más la necesita y que los momentos con él son de lo más divertidos.
También los personajes secundarios de este libro me han parecido una maravilla. Por un lado tenemos a Michael, quién viene a formar una especie de triángulo amoroso con Wes y Liz. Pero tampoco él es el típico rompecorazones que enamora a la protagonista, si no que es un amor de chico que se podría merecer a la perfección a alguien tan maravilloso como Liz. Y no puedo dejar de mencionar a Jocelyn, la mejor amiga de Liz y quién permanecerá un poco en un segundo plano, pero se nota que tiene potencial.
He adorado el romance que nos presenta este libro. Estoy tan harta de historias tóxicas en los cuales los protagonistas únicamente merecen estar solos, que he amado la relación tan sana que tienen Liz y Wes. Ambos son maduros pese a su edad y, aunque pueden cometer los errores típicos de la edad, nunca lo harán con la intención de dañar al otro. Sus momentos juntos me han parecido una delicia, y es que son tan tiernos y hay tanta química entre ellos que es imposible no caer rendida a sus pies.
Me ha encantado también la manera en la que la autora trata el fallecimiento de la madre de la protagonista. Nosotros no seremos partícipes de ese momento, si no que veremos cómo Liz lo va sobrellevando con el paso del tiempo. Los que hemos pasado por algo parecido nos sentiremos muy identificados con ella con una asombrosa facilidad, pues la chica únicamente busca elementos que puedan mantenerla unida a ella pese al paso del tiempo. Y me ha emocionado mucho cómo le duele saber que ella no va a estar en los momentos más importantes de su vida. Qué real y qué bien plasmado. Además, en esto también jugará un papel importante el protagonista, y he amado eso.
El libro cuenta con unas 350 páginas que volarán en vuestras manos. Dos días me ha llevado leerlo y es que, una vez que he empezado, no podía parar. Los capítulos son un pelín largos, pero nada que pueda llegar a molestar. Además, contaremos únicamente con la perspectiva de Liz y al final nos obsequiarán con un pequeño epílogo.
Esta es mi segunda lectura de la autora (la otra fue Señor Número Desconocido) y puedo decir que este me ha gustado incluso más. Si algo valoro en un libro romántico es que haya química entre los protagonistas y, en este caso, eso es indiscutible. Además, os aseguro que, aunque no seáis muy fans de la literatura juvenil, en este caso os atrapará igualmente porque, si bien es cierto que yo suelo disfrutar más libros con personajes un poco mayores que estos, ha sido inevitable dejarme llevar por los encantos de Liz y Wes.
Justo ahora que he terminado este libro, me he enterado de que tiene una secuela. Diré que no me hace mucha gracia porque en este todo queda perfectamente cerrado y me da miedo que se pueda estropear la magia que existe entre ellos pero, sin lugar a dudas, lo leeré si es que se llega a publicar en España. Al parecer, en esta ocasión se centrará en cómo los chicos van a afrontar su vida universitaria.
En definitiva, Mejor que en las películas es un libro que me ha gustado muchísimo, pues los protagonistas resultan adorables y la relación entre ellos es de lo más cuqui que he leído últimamente, además de tratar temas de lo más interesantes como la pérdida.
¡Hola! Yo lo leí hace un tiempo y también lo disfruté bastante. Aunque en mi caso la protagonista se me atragantó un pelín, no puedo negar que el romance es muy bonito. Me alegro de que hayas encontrado ese romance sano que necesitabas leer :)
ResponderEliminarBesos
¡Hola! Tengo muchas ganas de leerlo, y más después de leerte. Pero tal y como dices, a mi me está pasando lo mismo con los libros juveniles... Últimamente tienen algo que me aborrece o no los consigo disfrutar :(
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